30.10.09

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A lo largo del camino aprendo de nuevo a caminar,
sostengo un pie en el aire
y se me zambulle en un mar de dudas.

Siento correr titubeos por encima del tobillo
y se esfuma de golpe la incertidumbre
con el sólido tacto del pavimento.

El recelo es menor al segundo paso,
brioso se eleva
y seguro aterriza mi pie,
que es pezuña sin herraje,
que se corta con los afilados salientes del terreno.

Emana a chorros la sangre
y pasan las nubes veloces por delante de mis ojos,
desaparece el suelo,
me brotan las alas,
despego,
¡ahora que había aprendido a caminar...!

19.10.09

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¿Qué pudo ocurrirle a la chispa?

No apareció en el instante previsto
y se me esfuma la pólvora por los agujeros de los bolsillos.

Ahora que soy kamikaze de palo
y el acorde que escucho en la cabeza me destroza por repetitivo,
por insulso,
por extremadamente sencillo,
la chispa que no salta,
no aparece la chispa
y yo que sólo quiero dejar de existir,
o existir detonado,
hoy soy sonrisa de medio lado,
soy
el
pitido
estridente
que aleja a los perros y atrae a las cucarachas.

8.10.09

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Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.



x. FEDERICoGARCÍaLORCA.x