28.6.09

Abro los ojos.
Oscuridad.
Pero no, silencio no. Tic-tac, tic-tac.

Aunque la fatiga cuelga lastres de mis párpados,
tic-tac-tic-tac y no puedo dormir.

Con la almohada tapono mis oídos pero,
tras fugaz incertidumbre,
lo escucho.

Lo siento,
lo noto,
me aterra.

Pasan incesantes los burlescos segundos
y mañana hecho un zombi,
mañana la cabeza como acribillada a navajazos,
mañana la boca abre que te abre, suspira, pide una cama a gritos.

Otra hora más
y las agujas son sarcástica sonrisa,
ODIO ESE PUTO RELOJ.

26.6.09



De cuando recién acostado en la cama
sentí unas ganas imperiosas de orinar junto con una inenarrable pereza y,
queriendo llegarme hasta el retrete en completa oscuridad,
avancé tan lentamente por el pasillo tanteando las paredes
que me di cuenta desde el marco de la puerta del baño
de que se me había hecho de día y los pájaros comenzaban a trinar.

25.6.09

Tras matar un mosquito invierto los papeles.

Ahora soy yo el minúsculo insecto posado en el suelo.
El hombre pisa con su enorme pie a mi lado y por poco me aplasta su dedo gordo, que es mayor que un edificio de cinco plantas. El pie al completo es tan largo como un campo de fútbol.
Por mucho que me concentre en ampliar mi agudeza visual, no me da, no llega, no alcanza para verle la cara al hombre.

En un segundo se me viene encima un enorme torpedo con uña y me aniquila, sólo hay tiempo para un zumbido presuroso, un infructuoso intento de echar a volar, efímero aleteo que me desplaza medio centímetro, medio mundo para mí, insignificante distancia para el índice del hombre.

Y revienta entonces mi estómago, aflorando la gota de sangre que alberga.

Se limpia el hombre su dedo en la tela del pantalón y la sangre que era mi sustento le graba una minúscula marca que no saldrá jamás.

Quizá la vea algún día pero no reparará en cómo llegó hasta ahí, no resurgiré ni por asomo en su memoria, y ése es el consuelo que me queda.

24.6.09





TRAGO LA SOPA.

Después, pienso:
"la sopa está en mí, la tengo en esa bolsa que no veré jamás, mi estómago".

Palpo con los dedos y siento el bulto,
el removerse de la comida ahí dentro.

Y yo soy eso, un saco con comida dentro.

Entonces nace el alma:
"no, yo no soy eso".

Ahora que (seamos honestos por una vez) sí, soy eso.

Con una escapatoria muy bonita para uso de delicados:
"Yo soy TAMBIÉN eso".

O un escaloncito más:
"Yo soy EN eso".



x.RAYUELA.x