30.9.09

.


Como si un hilo transparente lo sujetase,
inclinándose en el borde de la mesa,
vence la gravedad,
la angustia,
hasta el llanto,
rebosa ceniza
y colores y miles de formas,
inventa caleidoscopios mentales.

Respirando un denso humo que lo envuelve
es persona y cenicero.

29.9.09

.


Sacrificó la dama y me monté dulces cábalas,
ilusorias conjeturas de triunfo y humillación.

Arrinconó a mis torres,
que se fueron demoliendo en sus esquinas.
Abatió a mis caballos con clavadas que impidieron la venganza de mi dama,
a la que dejó con vida hasta el fin de la contienda,
haciéndola partícipe del esperpéntico fracaso del rey.

Con un mate de pasillo finiquitó la trama
y alabé su victoria.
Alabé su victoria.
Hasta tres veces.
Adulador gesto de mierda.

Y responde:
"¿Otra?"

24.9.09

¿Cuándo fue el Gran Estallido?
¿Dónde estamos antes de nacer?
¿Dónde está el eslabón perdido?
¿Dónde vamos después de morir?
¿Qué son los agujeros negros?
¿Se expande el universo?
¿Es cóncavo o convexo?
¿Quiénes somos?
¿De dónde venimos?
¿A dónde vamos?
¿Estamos solos en la galaxia o acompañados?
¿Y si existe un más allá?
¿Y si hay reencarnación?
¿Qué es el ser?
¿Qué es la esencia?
¿Qué es la nada?
¿Qué es la eternidad?
¿Somos alma?
¿Somos materia?
¿Somos sólo fruto del azar?
¿Es fiable el Carbono-14?
¿Es nuestro antepasado el hombre de Orce?


x.SINIESTROtOTAL.x

13.9.09

.


En uno de sus libros Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz. El tipo murió de un síncope, y el tornillo desapareció apenas acudieron los vecinos. Uno de ellos lo guarda, quizá lo saca en secreto y lo mira, vuelve a guardarlo y se va a la fábrica sintiendo algo que no comprende, una oscura reprobación. Sólo se calma cuando saca el tornillo y lo mira, se queda mirándolo hasta que oye pasos y tiene que guardarlo presuroso.

Morelli pensaba que el tornillo debía ser otra cosa, un dios o algo así. Solución demasiado fácil.
Quizá el error estuviera en aceptar que ese objeto era un tornillo por el hecho de que tenía la forma de un tornillo. Picasso toma un auto de juguete y lo convierte en el mentón de un cinocéfalo. A lo mejor el napolitano era un idiota pero también pudo ser el inventor de un mundo [...]


x.RAYUELA.x

6.9.09

.



"¡Tremendamente hermoso!", observo sonriente
el cuadro más famoso de un pintor demente.

"Te lo compro
maldito tarado,
harás en tu vida
miles de ellos..."

Y le pongo
un billete al lado,
muy hábil lo esquiva
y me agarra del cuello.

"¡Ésto vale millones!
¡¿Cómo pretendías contentarme con eso?!"

Han traído mil flores,
me han peinado con raya el día de mi entierro.



Y es que ese chiflado colérico
con garras de tigre en lugar de manos
apretó con tal furia y empeño
que ya se me comen todos los gusanos.

5.9.09

Llegó a acostumbrarse el aire a acudir a ese lugar,
enrareciéndose a cada ocasión en que entraba por sus rendijas,
tornándose espeso y caliente,
casi irrespirable,
adquiriendo un grisáceo tono como de neblina.


Cuantas más veces recorría las esquinas de aquella estancia,
los recovecos y huecos de las paredes,
las geométricas distancias de las telas de araña,
se iba convirtiendo el aire en la decrepitud misma,
como viajando en el tiempo a modo de barco,
transportando esencias de años pasados.


El hombre que osaba respirarlo
descansaba plácidamente en una antigua mecedora de madera,
inspiraba y expiraba al compás del balanceo,
enamorándose,
un poco más a cada segundo,
de la oscuridad que lo envolvía.


Se alimentaba de recuerdos
y de los pedazos de cal de las paredes que iban a parar al suelo.
Los masticaba concienzudamente hasta convertirlos en polvo,
expulsándolos luego por las fosas nasales
como hacía antaño con el humo del tabaco.


Como no vivía ya,
como la muerte lo mimaba en lugar de amenazarle,
fue enraizándose sutilmente en su asiento de madera.
Su piel adquirió un verdoso matiz
y su pútrido olor de hombre decrépito comenzó a atraer a las hormigas,
como si del de un viejo árbol carcomido se tratara.