30.10.09

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A lo largo del camino aprendo de nuevo a caminar,
sostengo un pie en el aire
y se me zambulle en un mar de dudas.

Siento correr titubeos por encima del tobillo
y se esfuma de golpe la incertidumbre
con el sólido tacto del pavimento.

El recelo es menor al segundo paso,
brioso se eleva
y seguro aterriza mi pie,
que es pezuña sin herraje,
que se corta con los afilados salientes del terreno.

Emana a chorros la sangre
y pasan las nubes veloces por delante de mis ojos,
desaparece el suelo,
me brotan las alas,
despego,
¡ahora que había aprendido a caminar...!

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